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The Sopranos (Los Soprano)

¿Qué coño es eso de Los Soprano?

 

El por entonces presidente de la HBO , Chris Albrecht, resumió hace unos años en que consistía Los Soprano:

Analizada

Me dije: esta serie trata sobre un tipo en torno a los 40 años. Ha heredado un negocio de su padre. Está tratando de situarlo en los tiempos modernos. Tiene todas las responsabilidades que de ello se derivan. Tiene una madre autoritaria de la cual aún trata de escaparse. A pesar de que ama a su esposa, ha tenido una aventura. (Yo diría múltiples aventuras).Tiene dos hijos adolescentes, y está haciendo frente a la realidad de lo que ello conlleva. Está preocupado y deprimido, y comienza a ver a una terapeuta porque está buscando el significado de su propia vida. Pensé: la única diferencia entre él y toda la gente que conozco es que él es el Don de Nueva Jersey.

 

¿Por qué los Soprano se ha convertido en una serie de culto? Porque es necesario “matar” el tiempo libre que tenemos y esta serie lo hace bien.

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Género y procedencia

Los Soprano es una serie realista de ficción, creada por David Chase. Un ejemplo de como “la caja tonta” puede ser inteligente, sofisticada.



Es un clásico de la historia de la televisión porque ha sacrificado la comodidad del espectador al apostar por el rechazo de toda simplificación del gángster como personaje de ficción. Nos fascina y nos repugna. Le envidiamos y le compadecemos.

La serie abarcó 6 temporadas con un total de 86 episodios donde el guión fluye de una manera natural, casi como si fuera la vida misma. Ha sido producida por HBO para la televisión y ha cambiado no sólo el decurso conocido hasta entonces de las series televisivas, sino incluso el de la estela en la que esta serie concreta se inscribía: las películas sobre la mafia. Aquí la vida cotidiana, con las miserias propias de una existencia anodina, resulta compatible con la sinrazón de una ética aplicada a la más violenta de las supervivencias criminales. Todo es tan aparatosamente normal en la serie que hace que cada capítulo se convierta en extraordinario.



Lo más importante es que el modelo del crimen organizado representado en Los Soprano es un modelo desmitificado y vació de significado, un modelo venido a menos. Los Soprano es una serie excelente porque está a la altura del desencanto: desencanto histórico, literario y cinematográfico de un entorno mafioso que deja de perfilarse como dimensión fronteriza, sagrada y romántica para mostrarse en toda su crudeza como parte integrante de un universo regido por la ley de la oferta y la demanda.



Si hay un rasgo presente en los 86 capítulos de Los Soprano es la nostalgia. Nostalgia del héroe. Nostalgia del clan. Nostalgia del rito y la pureza. Nostalgia de lo sagrado, de una sacralidad deteriorada y sistemáticamente ofendida por los requerimientos de la hipermodernidad capitalista, por las tentaciones y los extremos a los que nos empuja la sobreabundancia. ¿Old School? Nostalgia de valores en los que aún creía Alphonse Capone:

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La vida privada del gángster era ejemplar. Capone estaba profundamente convencido de las ventajas morales de su modo de vida. Su concepto de la familia está por encima de cualquier sospecha. Análogos informes prueban que los gángsteres de Chicago fueron hijos conmovedoramente solícitos. Torrio, que era abstemio y no fumaba, y nunca dejó escapar un juramento, adoraba a su anciana madre e hizo construir para ella una casa de campo en Italia, donde le servían quince criados. Daba gran importancia, una vez terminada la jornada, a regresar puntualmente a casa y dedicarse a la familia. El pistolero Wallace Stevens, uno de los sicarios de Capone, cuidó a su mujer enferma. adoptó tres huérfanos. Sus hijas adoptivas fueron dignamente educadas; les prohibió maquillarse y llevar falda corta; sus lecturas consistían en ediciones purgadas de los clásicos. La tarifa de Stevens para un asesinato era de cincuenta dólares. Por supuesto que era abstemio, al igual que O’Banion. Ambos eran católicos practicantes. O’Banion había sido monaguillo y niño de coro en la catedral del Santo Nombre, y todavía en la cúspide de su carrera (se le atribuyen veinticinco asesinatos) lo que más le gustaba era cantar cánticos religiosos que entonaba con su voz de tenor, algo pastosa.

Los Soprano es todo lo contrario: ¿lenguaje cortés sin blasfemias ni palabras malsonantes? ¿regresar puntualmente a casa después de la jornada?... Dinero. El dinero es lo que importa. Por encima de cualquier sospecha sólo está el dinero. El resto es pura fachada.


En la novela policial clásica el detective tenía como tarea la investigación y el descubrimiento de la verdad, desde una perspectiva plenamente filosófica. De hecho, las novelas policiacas clásicas constituyen, por encima de todo, una asombrosa lección de lógica. Pero la novela negra dio un vuelco a este escenario. La novela negra imita la vida. La vida es lo que es: sórdida, anónima, efímera y azarosa. Las categorías morales han dejado de operar en esa feroz lucha por la existencia y sólo la astucia, la fuerza, la canallada o el engaño tiene alguna validez narrativa.



El cine negro es la sociedad contemporánea. La vida es real, Los Soprano viven en la realidad salvaje en que se ha convertido la sociedad contemporánea. Todo es sórdido.
No hay otra vida. Comer, beber, follar, engañar, viajar, educar a los hijos, cuidar a los mayores, preocuparse por las desgracias de los empleados. No hay grandes esperanzas, sino pequeños salvoconductos. Sobrevivir es la consigna. Y sobrevivir a costa de los demás. De los pringados. Del común de los semejantes. Todo el encanto de los Corleone aparece aquí como el simulacro de una ficción. imitan los gestos, las posturas, las frases, pero es sólo eso: imitación juego parodia. No la realidad.

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La serie a través de Tony Soprano

Tony Soprano es un asesino que no se siente como tal, sino como un padre de familia tan normal que quiere lo mejor para sus hijos.

El oficio oficial de Tony Soprano es el del “tratamiento de basuras”, es decir, el “reciclaje”. Cómo él mismo. Es la basura reciclada de los gángsteres, un trabajo, cómo le confesará a su esposa, Carmela, “muy estresante”.



Los Soprano posee algunos rasgos tenazmente anómalos que invitan a la reflexión filosófica. Tal vez, el más extraño de ellos sea lo que podríamos llamar la “simpatía hacia Tony”, es decir, la actitud favorable que mantienen la mayoría de los espectadores, incluso los más respetuosos con la ley, hacia el personaje central de la serie, el jefe mafioso, Tony Soprano.


Lo que desde luego resulta extraño de esta reacción es que la mayoría de los espectadores sentirían cualquier cosa menos preocupación y cuidado hacia el homólogo de Tony Soprano en la vida real; de hecho, muchos sentirían repugnancia moral. No obstante, muchos - tal vez la mayoría - de nosotros parecemos preocuparnos por el Tony Soprano de la ficción, mientras detestaríamos a una persona real que fuese igual que él. ¿Tiene esto algún sentido? ¿Cómo es posible? Tal vez sea innecesario decirlo, pero la paradoja precedente no es exclusiva de Los Soprano. Es un ejemplo de una paradoja más amplia, que en ocasiones recibe el nombre de “simpatía por el diablo”. El problema es básicamente cómo puede un espectador simpatizar con un personaje de ficción por cuyo semejante en la vida real no sentiría más que aversión. Utilizando a Tony Soprano como nuestro particular espécimen del diablo, consideremos por qué, quizá para nuestra propia sorpresa, nos encontramos de este lado.

Tal vez la mejor manera para empezar a desentrañar este misterio sea recordar los numerosos crímenes de Tony Soprano. Es el cabeza de una familia criminal de Nueva Jersey que trafica con drogas y se dedica a la prostitución, la extorsión, la usura, el blanqueo de dinero, el asesinato, el soborno, el robo, la pornografía y otros crímenes de los que ni siquiera conozco los nombres; contribuye a la corrupción de policías, asambleístas, clérigos, sindicatos, y varios negocios, grandes y pequeños. Y, además, el caso de Tony Soprano no es el de un director ejecutivo en la distancia, que presidiría sobre la criminalidad a resguardo de los salpicones de la sangre. Es un jefe que tienen las  manos metidas en la masa y que se deleita, tal y como le reconoce en una ocasión a su psiquiatra, con la descarga de adrenalina de la violencia, la “emoción” de golpear a un hombre hasta la muerte con sus propias manos, o de atropellar a un moroso con su coche. En un momento dado, Tony está a punto de asfixiar a su madre con una almohada, y también está preparado para matar a su propio tío.

Por otro lado, Tony es un incansable mujeriego y adúltero. Es un mentiroso empedernido, deshonesto con su familia, su terapeuta, sus amigos y sus amantes, por no mencionar sus enemigos y la ley. Es un hombre de grandes apetitos. Está relacionado de un modo íntimo con virtualmente casi todos los vicios y, en un momento u otro, parece satisfacer cada uno de ellos de manera excesiva, a veces uno a uno, a veces a dúo. Es un hombre del que la mayoría de nosotros nos mantendríamos alejados si se acercase a cualquier lugar cercano a nuestro vecindario. Pocos de nosotros dudarían un segundo en condenar la vida real de Tony Soprano. Si leyésemos que ha muerto en una guerra entre bandas,no derramaríamos ni una lágrima; si supiésemos que ha sido encarcelado y que han tirado la llave al mar, nos alegraríamos.
De ser Tony Soprano un habitante del mundo real,  reaccionaríamos así. Sin embargo, como morador de un mundo de ficción, llamado Los Soprano, de algún modo nos genera simpatía o, si esa fuese una palabra demasiado fuerte en este caso, al menos provoca en nosotros una actitud favorable.

Tony no es un hombre de familia normal; su negocio se desarrolla en un submundo de violencia y deseos prohibidos que él gobierna, a menudo con gran brutalidad. Tiene una casa de ensueño en las afueras, digna de las páginas de las revistas femeninas más populares, pero su oficina está en un lúgubre club de striptease: El Bada Bing!


Tony ofrece a veces una visión moralmente idealizada de su estilo de vida criminal. Tenemos un destacado ejemplo en su conversación con la doctora Melfi. Cuando se le pregunta si teme ir al Infierno, Tony responde:

“¿Qué? ¿Al Infierno?... No... Somos soldados y los soldados no van al Infierno. Es la guerra y los soldados matan a otros soldados. Es la situación en la que estamos todo el mundo implicado sabe qué hay en juego... Es el negocio. Somos soldados. Seguimos códigos. (Temp. 2 cap.9, Desde dónde a la eternidad).

Entonces Melfi le pregunta si cree que eso justifica todo lo que hace. Y la respuesta de Tony es la siguiente:

“Disculpe, deje que le diga algo. Cuando el país abrió las compuertas y dejó pasar a todos los italianos, ¿por qué cree que se hizo? ¿Para intentar salvarnos de la pobreza? No. Se hizo porque nos necesitaban, nos necesitaban para construir ciudades, excavar túneles y para hacerlos más ricos... Los Carnegies, los Rockefellers necesitaban obreros, y allí estábamos. Pero algunos no quisimos revolotear en su colmena y perder nuestra identidad. Quisimos seguir siendo italianos y preservar lo que era importante: el honor, la familia y la lealtad. Y algunos quisimos una parte de la tajada. Nosotros no fuimos educados como los norteamericanos, pero tuvimos las pelotas de coger lo que queríamos. Y esos otros capullos, los G.P. Morgans, también eran unos sinvergüenzas y asesinos, pero eran sus negocios, ¿verdad?..., a la manera americana.”

Es decir, Tony no se ve muy diferente de la mayoría de empresarios norteamericanos. Pero Tony no es el único en verlo como un simple negocio. Por ejemplo, en la cena en casa del doctor Cusamano, (vecino de los Soprano) [en "Un éxito es un éxito" (temp. 1, cap. 10)], la conversación da un giro hacia la familia mafiosa de al lado y Cusamano le quita importancia diciendo: “Que sea un gángster, ¿qué importa de todas formas?”. Uno de los comensales va más allá: “Sí, eso es cierto. No sé yo si se distinguiría con cierta mierda que he visto en la sala de juntas”. Cusamano asiente: “A veces pienso que lo único que separa a las empresas legales de los mafiosos es que éstos..., joder, liquidan a personas”.

 


En algunos aspectos Tony Soprano es una víctima y, aunque esto difícilmente le exculpe, sí mueve un ápice la balanza en el sentido moral. Desde luego, Tony debería saber lo que le conviene y el hecho de que haya heredado su papel criminal no le exonera, pero sí le granjea en cierta medida una leve disculpa.


Además, Tony sí posee ciertos caracteres morales positivos. Es leal a sus amigos y familia, incluyendo a su sobrino (Christopher Moltisanti) - hasta que decide...bueno, ya saben- a quien inscribe en un programa de desintoxicación por la fuerza. Tony hace un esfuerzo serio por ser un buen padre y piensa y hace planes sobre una vida mejor para sus hijos, libre de cualquier vinculo mafioso. Juega según las reglas; y aun cuando esas reglas son las de una sociedad criminal, es innegable que Tony es concienzudo. Tiene sentido de la justicia: no en su aspecto legal, claro, pero sí en el de dar a la gente lo que se merece dentro de los límites de un código particular al que ha prestado juramento. Y agoniza antes las distintas lealtades en conflicto que tiran de él en direcciones opuestas. En definitiva, Tony tiene algunas virtudes que, sin sonrojarnos, podríamos denominar morales, además de otras virtudes no morales como la fuerza bruta, la sagacidad y una brillante inteligencia estratégica.

Tony es el mejor de entre los peores y, por tanto un aliado natural para el espectador, que tiene escasas opciones para negociar. Ésa es la base de nuestra actitud favorable hacia Tony. Sin embargo, un Tony Soprano real no supondría el mismo trato para nosotros, dada la diferencia entre el mundo real y el de Los Soprano.

Es cine negro

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El estilo y contenido de la serie está enraizado en el cine negro. Tony Soprano revela su pasión por los clásicos de este género cuando se le ve disfrutando de los pases tardíos de los viejos clásicos del cine negro como Al Rojo vivo (1949). Sus colegas mafiosos, especialmente Silvio, Paulie y “Big Pussy”, evocan imágenes del películas del cine negro al comparar sus experiencias con escenas de la trilogía de El Padrino. Al principio del primer capítulo de la serie, las fotografías de actores clásicos del cine negro, como Humphrey Bogart y Edward G. Robinson, cruzan fugazmente la pantalla en sus típicas posturas de gángster, durante el asesinato cometido por Christopher Moltisanti, el sobrino de Tony, en la carnicería de Satriale. En el primer episodio de la segunda temporada, también se ve a Christopher disfrutando con una clásica escena del cine negro protagonizada por Robinson.



El cine negro surge del mismo periodo de guerra y la misma desilusión de postguerra en torno a la condición humana que alimentó a los escritores existencialistas franceses, como Albert Camus y Jen-Paul Sartre. Este sentido refinado del cine educaba a las audiencias en la cruda realidad de las contingencias de la vida y la inevitable decepción cuando se mira hacia un futuro mejor. En la mayor parte de los clásicos del cine negro hay  una degeneración o deshumanización subyacente del personaje principal, caracterizado normalmente por un descenso interno a la inmoralidad e, incluso, por una indiferencia amoral. Ese descenso está casi siempre ocasionado por fuerzas externas (como villanos victimizadores o los fríos caprichos del destino), pero el sufrimiento o caída del protagonista se amplifica en la mayor parte de los casos por sus ambigüedades morales y debilidades psicológicas.

Las vidas de los protagonistas de la mayoría de las películas de cine negro, de manera muy similar a la de Tony Soprano, están saturadas por actitudes de alienación, desorientación e indiferencia. Este tipo de personajes carecen de valores éticos y se comprometen exclusivamente con un principio fundamental: la mera supervivencia en un mundo fracasado. Estos antihéroes, sin importar cuán duro luchen por dirigirse hacia la redención o la simple decencia, están minados en la mayoría de los casos por una pérdida o ausencia de valores morales claros, tanto los suyos propios como los de la gente que los rodea.



Tony Soprano se queja a su terapeuta , la Dra. Melfi de que los miembros de la mafia hoy en día “no tienen valores: nuestra gente hoy en día no tiene carrete para la experiencia penal, así que todo el mundo acaba colaborando con el gobierno”. Este veredicto se confirma durante el segundo episodio de la primera temporada en el que somos testigos de una entrevista televisada con un experto que describe la decadencia contemporánea de la mafia. Los gánsteres de hoy día, según el entrevistado, se delatan los unos a los otros y se dedican al trafico de drogas, actividades que eran tabú para los mafiosos más viejos. Tony escucha el informe de este experto y está de acuerdo con él: “lo ha clavado”, dice.



Tony se ve a sí mismo (a menudo de manera hipócrita) como uno de los últimos defensores y personificaciones de los valores y normas del old-style. A veces, Tony intenta sostener su vida con esas virtudes que supuestamente se solapan entre la vida criminal y la convencional: lealtal, respeto y honor. Pero Tony ha acabado reconociendo que esas virtudes están en decadencia en ambas esferas de su existencia cotidiana. No tiene ni fe religiosa ni confianza en la ley para gobernar sus sentimientos y acciones.

Además, los apoyos habituales de la familia y los amigos se han vuelto cada vez más fragiles. Debido a las elecciones inmorales de Tony, la vida familiar es más que complicada y pronto descubre que sus colegas de profesión bien podrían ser informadores, tal y como descubrimos hacia el final de la primera temporada. “olvida a tus enemigos”, declara Tony. “Ni siquiera puedes fiarte de tus amigos”.

This is the end my only friend

Dos años tardó David Chase en preparar el final de Los Soprano.

Cómo en esta sección vamos a hablar de dicho final os invitamos a revivirlo aquí mismo: 

Los Soprano terminan, apoteósicamente y también de la forma más cotidiana posible, sin final. Diez segundos de fundido a negro, sin sonido.
Lo que sucede al final del último episodio de Los Soprano se llama Smash cut. Algo así como corte violento.
El fade to black es una despedida lenta en la que los colores se van desvaneciendo  despacio, hasta hundirse en la oscuridad.
El smash cut, en cambio, es abrupto como una bofetada, como una puerta que cierra el viento, como el disparo de un revólver.

A partir de entonces los fans de la serie se volvieron locos haciendo teorías sobre dicho final abierto: algunos afirman que muere, y otros creen lo contrario.
Explicamos ambas teorías:

1) Tony sí muere

Hay muchas personas con motivos para matar a Tony soprano. Recordemos que en el pasado Corrado Soprano, Jr. tras confabular con Livia Soprano contrató a dos negros para matarle pero fallaron y sólo le rozaron con una bala su oreja derecha. Por eso cuando entran los dos negros en el restaurante algunos se toman ese hecho como una alusión a éste capítulo.


Hay un camionero que está sentado en una mesa. Es el hermano de otro camionero que Christopher Moltisanti mató cuando estaban robando un cargamento de DVD's. La última vez que se vio a éste camionero fue cuando fue a identificar el cuerpo de su hermano.


Y por ultimo, el italiano que está sentado en la barra es Nicky Leotardo, sobrino de Phil Leotardo. Nicky salió en uno de los primeros episodios cuando Phil y Tony se sientan a dialogar. Supuestamente está en la cafetería porque busca vengarse de Tony, ya que mataron a su tío Phil Leotardo.


Así es como sucede según esta teoría:

Tony entra en el restaurante y la cámara le enfoca, luego la cámara cambia a su perspectiva y podemos verlo mirando a la mesa donde se va a sentar. Posteriormente la cámara enfoca a la cara de Tony y de nuevo se cambia a la perspectiva de Tony y podemos ver la puerta cuando entra gente.
 

Cada vez que se abre la puerta se escucha el típico timbre que poseen algunas puertas de ciertos comercios cuando se abren. Carmela entra y se escucha el sonido. Anthony Junior entra y se escucha el mismo sonido.


Todo esto sucede mientras Meadow esta buscando aparcamiento.

Luego la cámara se cambia para mostrar como Nicky Leotardo se levanta de la barra y camina para ir al baño. (David Chase creó esta escena como una inequívoca referencia a El Padrino, cuando Al Pacino va al baño de un restaurante, de la misma manera que Nicky Leotardo lo hace, para posteriormente matar a una persona que hay en el restaurante. En el baño sacará el arma y cuando salga le disparará a Tony).


Meadow por fin encuentra aparcamiento y corre hacia el restaurante porque llega tarde.
La puerta se va a abrir. Tony mira hacia la puerta. No hay sonido de la puerta. No hay música. Todo se pone negro.
En uno de los episodios anteriores Tony habla con Bobby “Bacala” de como se sentirá uno al morir. Bobby le dice "Es probable que ni lo oigas cuando pase. Simplemente todo se pone negro".

Dentro de esta teoría que afirma que Tony sí muere son muchos los que comentan que en dicha escena, claramente, hay una marcada referencia al número tres.

Y dicha referencia al número tres son las pistas que llevan a muchos a pensar que Tony muere. Tony es el tercer “rey” de Jersey tras la muerte de Jackie Aprile y la invalidez de Corrado. Son tres las personas que están en la mesa comiendo aros de cebollas; son tres sobres de azúcar los que acompañan al café del hombre de la gorra cuando se lo sirven.


En el primer capítulo cuando Tony se hace con todo el cotarro, cuando todo empieza, Christopher Moltisanti lleva un Lexus y así se lo cuenta a la doctora Melfi. La misma marca de coche que el de Meadow, que consigue aparcar a la tercera. ¿Por qué? porque a la tercera va la vencida.

Esta es la tercera vez que Tony se va a enfrentar a un intento de asesinato (recordemos la primera fue el intento de los negros y la segunda cuando Corrado le dispara por culpa de su esquizofrenia y le deja en coma) y a la tercera va la vencida.

2) Tony no muere

Los que consideran que Tony no es asesinado argumentan que en los últimos momentos, la música y el ambiente habla de supervivencia, de la propia serie como algo que ya tiene la condición de la fama.


Los Soprano gira, hasta la caída final del telon, en torno a los secretos.



Sin embargo, Los Soprano, sin concesiones, deja que tras la desconexión, en ese negro impositivo, venga el silencio. La trama en suspenso, la sospecha incesante.

Al ser un final abierto. Es más una cuestión de fe que de argumentos el ponerse a favor o en contra de alguna teoría.


Es cierto que parece que los que se decantan por la muerte de Tony tienen argumentos pero ninguno lo podrá demostrar.

"Ve al grano. Resume, ¡coño!"

No hay mejor resumen que el realizado por Al Gini, catedrático de filosofía en la Universidad Loyola de Chicago, y publicado en el libro "Los soprano y la filosofía". Aquí os dejamos el extracto:

Los Soprano no es la típica serie de mafiosos. No trata sólo de tipos malos. Tampoco son tipos buenos cazando a tipos malos. No se trata de ser un mafioso italiano. Ni siquiera trata de la Mafia. Es un drama. Una historia. Es un grupo de tipos intentado arreglárselas, sean cuales sean sus insólitos o poco ortodoxos métodos de trabajo. Es cierto que la serie está repleta de clichés y estereotipos sobre los italianos y la comida, la cantidad de veces que la palabra "joder" aparece en la misma frase, el acento de Nueva Jersey, las infidelidades a la esposa o el típico corte de pelo con tupé tan de moda en los cincuenta. Asimismo, cada semana la serie explora en profundidad los "problemas serios, problemas y asuntos a los que todos nos enfrentamos en nuestra vida personal, pero afortunadamente en un contexto mucho menos dramático y peligroso. En la serie se entrelazan la comedia, el caos, la complejidad  y la confusión. Como se lee en el artículo de la portada de Newsweek: "F. Scott Fitzgerald dijo que la marca de una mente de primera es la habilidad para sostener dos ideas contrarias a la vez. También es la marca de una serie televisiva de primera". Los Soprano son precisamente este tipo de espectáculo.



Tony Soprano es el ejmplo perfecto. Tony no es solamente otro tipo malo. Es cierto que ha demostrado ser un matón terrible y truculento. Es un capo di capi que se ha ganado la reputación siendo despiadado, explotador y corrupto. Pero al mismo tiempo es un hombre que quiere desesperadamente ser amado y un "mafioso" que arriesga su vida y su reputación buscando secretamente la ayuda y los consejos de una psiquiatra.



El aspecto humano y dramático resulta evidente. Tony es interesante porque es listo, complicado y conflictivo. Quiere ser brutalmente maquiavélico de día, pero por la noche desea volver a casa. El dilema de Tony y, quizá la principal tensión dramática de la serie, está en que no puede sostener esa dicotomía incompatible de llevar una "doble vida" en Nueva Jersey. En cada episodio, Tony sigue perdiendo el control de subida, de su mujer y de su imperio. Nosotros nos sentimos fascinados por sus esfuerzos divididos y por su lenta desaparición.



Al final, Los Soprano es una serie con abundantes temas freudianos, un desarrollo shakesperiano de los personajes, tramas políticas bizantinas y reflexión filosófica.

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Basado en las ideas de Iván de los Ríos. Publicadas en Los Soprano Forever, Madrid, Errata naturae, 2009, pág. 9-25

Hans Magnus Enzensberger, Política y delito, Barcelona, Anagrama, 2002, pág. 104-105

Basado en las ideas de Noël Carrol. Publicadas en Los Soprano Forever, Madrid, Errata naturae, 2009, pag. 57-74

Basado en las ideas de Kevin L. Stoehr. Publicadas en Los soprano Forever, Madrid, Errata naturae, 2009, pág. 95-106

LO VEMOS TODO

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